En España, cuando votas, cruzas los dedos.
A ver si esta vez no se llevan el maletín.
Pero entre los sobres de Bárcenas y los contratos inflados del caso Koldo, lo único que cambia es el logo de la gaviota por la rosa roja.
PSOE, PP… mismo perro con distinto collar.
¿Y sabes qué es lo peor?
Que nadie dimite.
Nadie devuelve nada.
Y tú, a pagar impuestos con cara de primo.
En Suiza eso no podría pasar.
No porque sean extraterrestres ni porque coman más queso.
Si no porque el sistema no lo permite.
Aquí, si no estás de acuerdo con una ley, recoges firmas, montas un referéndum…
¡Y se vota!
Hasta cuatro veces al año, si hace falta.
Y no para elegir a un salvador, sino para decidir tú mismo.
Es lo que llaman democracia directa.
Una en la que los ciudadanos tienen más poder que los políticos.
Flipas, ¿no?
No hay sueldazos vitalicios.
Ni aforamientos.
Ni bonus por “perder elecciones con dignidad”.
Y si hay corrupción (que también los hay humanos, ojo), las penas son reales.
Sin pactitos de “me callo si me das una consejería”.
Por eso aquí los impuestos se notan… pero en lo que importa: salud, educación, transporte, seguridad.
No en sobres.
Ni en comisiones.
Ni en fundaciones con nombre de abuela.
Y por eso emigrar a Suiza no es solo cobrar más.
Es vivir en un país donde tú mandas.
No los de siempre.
Si quieres hacerlo con cabeza, sin improvisar y acompañado…
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¡Nos vemos dentro!
P.D: En España los políticos se heredan como los cromos del Mundial.
En Suiza, si haces mal tu trabajo, te echan.
Y punto.
P.D.2: Aquí no hay que esperar a un juicio en 2043.
Ni rebajas de condena por buen comportamiento.
Lo público se cuida porque es de todos.
Vente a un lugar donde vivir mucho mejor y además de cobrar un sueldazo
P.D.3: Si Froilán hubiese nacido en Suiza, igual hasta trabajaba.
Bueno, no exageremos… pero seguro que pagaba impuestos como todos.